Ensayo: Carlos Marcelo Ortiz Sandoval.

Universidad de Concepción
Facultad de educación.

Depto de Ciencias de la Educación.


Carlos Ortiz Sandoval
Profesor: Dr. Daniel Neira.




Vida y educación: 
“Ser pensante”

       Desde el momento en que uno nace comienza a explorar el mundo en el cual nos encontramos inmersos, y por tanto aprender de éste. ¿Es acaso ésta la primera forma de educarnos?, varias personas consideran el aprendizaje como sinónimo de educación. Siguiendo esta lógica podríamos decir que comenzamos a educarnos desde el momento en que somos traídos a este planeta. 
      
      Lo primero que nos enseñan, la mayoría de las veces, es a respirar. Hay quienes no necesitaron esto al nacer, pero si la mayoría de nosotros fue estimulado de alguna forma para poder tener nuestro primer aliento de vida. Luego se vuelve algo inconsciente, un mecanismo de intercambio de gases que actúa de forma automática, pero el detonante de esto existe, sea un leve golpe por parte del médico u otro estímulo externo al momento de salir de nuestra madre. 

      Luego comenzamos a crecer, aprendemos a comer, a expulsar nuestros desechos, a sentarnos de forma erguida. Vamos escalando poco a poco esta escalera de conocimiento básico que debe tener una persona. Nos enseñan a hablar, a caminar, a comer a horas determinadas. Nuestro proceso de educación comienza a tener más forma y cohesión entre sí. Pero, ¿alguien nos enseña a pensar?
       
      El comportamiento más básico del ser humano es el pensar, lo cual es algo innato para nosotros, pero la forma de pensar de un individuo cualquiera difiere con la de otro, lo cual no quiere decir que alguna de las dos sea correcta o incorrecta, simplemente es distinta. 

      A medida que avance este texto me enfocaré en esta característica tan particular de nuestra especie y, hasta momento, única del ser humano según los estudiosos. El pensar y pensamiento como conceptos clave para el conocimiento y desarrollo integro de la especie humana. Como la pieza fundamental para educar y educarnos. Y me estableceré la siguiente pregunta:

“¿Quién me enseñó cómo pensar?”

      Rememorando el pasado, al menos a lo que mi mente me permite acceder, no encuentro a persona alguna que me diga “debes pensar de este modo”, pero si varias quienes dijeron, en diversas situaciones, “no puedes pensar de esa forma”.  Por ejemplo, alguna vez cuando no quise prestar mis juguetes cuando era un infante, pues eran míos, mi madre me decía: “No puedes pensar así, debes compartir”. Creo que así comencé a desarrollar lo que se conoce como un pensamiento crítico. 

      Empecé a preguntarme el porqué de las cosas desde muy pequeño, por qué no se podía robar, por qué no había que mentir, por qué debía comerme toda mi comida, por qué debía hacer amigos, entre otros. Me pregunté cuál era el propósito de todas aquellas reglas, en qué me ayudaban a mí y a quienes las seguían.  Le preguntaba constantemente a mi madre por todas estas dudas, a lo que ella en su religiosidad respondía que era para ser mejores cristianos y a su vez mejores personas. “Si podemos hacerle el bien a los demás, hay que hacerlo siempre que se pueda”, me decía. Y después de años me doy cuenta que sí hiciésemos eso como especie, nuestro mundo sería un lugar mejor. 

      En la escuela nos enseñaron diferentes materias. Recuerdo que nos decían que eran cosas completamente independientes una de otras, que no podías pensar de forma matemática en lenguaje y viceversa. Cuando ya pasaba kínder recuerdo que mi madre me dijo que debía irme bien en el colegio, que no podía ser del montón, como ella llamaba a quienes no tenían buenas notas y eran desordenados. Comencé a ver que la mayoría de los profesores hacían la misma diferenciación, castigaban sin recreo a quienes les iba mal o eran inquietos. No lo entendía, ¿por qué castigar a alguien en vez de ayudarlo? Supongo que debe ver con la teoría de reproducción cultural, se debía conservar la cultura de quienes realmente podían entenderla de la forma en la que estaba planeado. Es increíble como gente sigue pensamientos sin siquiera saber que existen. 

      Avanzó el tiempo y fui un alumno destacado durante toda mi enseñanza escolar, cuando bajaban mis calificaciones me regañaban en casa. También en ese periodo hice muchas amistades, algunas se quebraron pronto, otras duran hasta hoy en día. Fue con mis amigos con quienes aprendí a pensar de forma diferente a cómo estaba acostumbrado. 

      En la enseñanza media ya había visto como varios de quienes llamaba amigos se quedaban atrás debido a que repetían el año, o debía despedirme de ellos pues se iban a otro liceo. Entonces comencé a aprender sobre amor y conocí a mi primera pareja. Aquel tema que había escuchado de forma bastante escueta comenzaba a rodearme y encerrarme en él. Cometí varios errores al ser un novato, pero también conseguí muchos buenos momentos y, lo que yo considero, victorias. 

      En mi corta vida jamás he sido alguien conflictivo, sin embargo en la enseñanza media fue que comencé a sacar las garras. No soportaba pasaban a llevar a quienes quería, familia, amigos, pareja, etc. Y los defendía con todo. Fue por eso que tuve varios problemas con una profesora y con mi madre, ninguna quería que me perdiese del buen camino que hasta entonces había seguido. “Eres un joven estudioso e inteligente”-me decían-“no sacas nada con defender a porros que posiblemente no lo harían por ti”. No me dejé llevar por aquello.

      Hace un año y medio aproximadamente conocí la universidad. Estaba en otra carrera. Entonces experimenté lo que llamaban sentirse del montón. Mis calificaciones bajaron a pesar de que estudiaba mucho y hacía mis tareas. No lograba entender qué pasaba, pero luego entendí que era cosa de motivación. Y hasta el momento creo que cambiarme a pedagogía ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. 










Cosas que saco en claro luego del análisis a mi vida:
Mi madre me inculcó valores, fue ella quien comenzó a educarme.
La escuela me enseñó a diferenciar contextos de aprendizaje.
Me enseñaron a apartar gente que no me convenía.
Me dijeron que no debía proteger a quienes no lo harían por mí, hice lo contrario, lo cual me enseñó a creer en mis principios.
Mis amigos me enseñaron a disfrutar los buenos momentos, aunque fuesen pocos.
Mi primer amor me enseñó que del amor no sé nada.
La universidad me enseñó que una mala calificación no siempre es malo, si no te enseña que puedes mejorar.
El amor me enseñó a defender a quienes amo.
Mi madre me enseñó a ser solidario.
Los regaños de mi madre me enseñaron a tener un pensamiento crítico, en otras palabras, a pensar de forma para mejorar la calidad de aquel pensamiento y mi calidad de persona.
Cada error me enseñó a superar mis equivocaciones. 
Cada vez que herí a alguien eso me enseñó a pedir perdón, y perdonarme a mí mismo.
Los errores me enseñaron que equivocarse es parte de aprender. 
La vida me enseñó que la forma de pensar puede variar mientras creces. 

      Luego de evaluar las conclusiones a las que he llegado me doy cuenta que varias experiencias a lo largo de mi vida me han enseñado a pensar de diversas formas, pero aun no llegó al fondo de qué fue lo que me enseñó a pensar en sí.  Es por esto que definiré los conceptos los cuales quiero explorar para poder dar respuesta a mi pregunta inicial.


Pensamiento: Descartes entiende esta palabra de un modo más genérico que nosotros: nosotros llamamos “pensamiento” a un acto mental de tipo cognoscitivo, y más exactamente intelectual. Sin embargo, Descartes se refiere con esta palabra a todo contenido mental, a todo lo que se encuentra en la mente. En las “Meditaciones Metafísicas” nos dice que por “pensar” entiende “todo lo que se produce en nosotros de tal suerte que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; por esto, no sólo entender, querer, imaginar sino también sentir es la misma cosa aquí que pensar”. De todas estas vivencias cabe tener una percepción inmediata, por lo que tienen en común, utilizando nuestro lenguaje, la consciencia, el ser consciente o poder serlo. Todos los “pensamientos” –vivencias diríamos nosotros– tienen la peculiaridad de resistir los embates de la duda.    

Pensamiento crítico: modo de pensar – sobre cualquier tema, contenido o problema – en el cual el pensante mejora la calidad de su pensamiento al apoderarse de las estructuras inherentes del acto de pensar y al someterlas a estándares intelectuales.

Reproducción Cultural: Forma de educación que nos recalca la importancia del capital cultural heredado  en la familia,  como clave del éxito en la escuela. Además de centrarse en los principios clasistas o tradicionales que rigen el currículo, los modos de transmisión  y las formas de evaluación  escolar.

Paideia: Era, para los antiguos griegos, el proceso de crianza de los niños, entendida como la transmisión de valores (saber ser) y saberes técnicos (saber hacer) inherentes a la sociedad.

Por lo anterior se puede saber que: 
El pensamiento humano existe desde que comenzamos a razonar.
El pensamiento crítico se va adquiriendo mientras crecemos y acumulamos experiencias. 
No existe ese “alguien” que nos enseñe a pensar, sino que es la vida la cual moldea nuestro pensamiento. 

Además se nos permite suponer que:
La sociedad excluye a quienes no piensan de la forma que es aceptada en ella.
Existen ámbitos en los cuales se debe pensar de cierta manera.
La carencia de pensamiento crítico nos haría seres sin aprendizaje.

    

      Viendo lo anteriormente expuesto podemos observar que, en el caso de mi vida, fue la vida misma quien fue moldeando mi pensamiento y ordenándolo para que convergiera en la forma que está hoy en día. Tomando esto en cuenta podríamos decir que el primer contacto para formar el pensamiento de un niño es su familia, es ella quien realiza la llamada paideia en el joven a una edad muy temprana. La familia como entidad es quien se encarga de transmitir las primeras ideas a la mente de un niño, el cual, al paso del tiempo, va arraigando estas formas de pensar o las expulsa de su mente. Luego viene la escuela como lugar e institución, pues como lugar encontramos en ella a personas que influyen en nuestra forma de pensar. Nuestros primeros amigos son quienes nos hacen criticar por vez primera las enseñanzas que nos otorgan en casa, que nos hace pensar de forma diferente a la que anteriormente habíamos estado acostumbrados. Luego los profesores diferencian la forma de pensamiento que tenemos y nos aplican normas que antes no teníamos. Más adelante, y con nuestro crecimiento de la mano, comenzamos a exponer cambios en nuestra forma de pensar, esto debido a las diferentes opiniones y puntos de vista a las que nos enfrentamos a diario. 

      Si lo que se dijo en este trabajo no fuese cierto se debería buscar una forma alterna a cómo se desarrolla el pensamiento en un ser humano. En qué es lo que influye en él. Qué es lo que lo moldea y lo rige a centrarse en pensar de una cierta forma. Todos sabemos que matar es malo, al igual que mentir, robar, engañar, defraudar, herir, entre otros, ya que estos son los primeros valores que se nos inculcan cuando pequeños. Sin embargo, si no nos enseñasen esto en ningún lugar, ¿seguiríamos pensando de aquel modo?





            







Conclusión:


      El pensamiento cómo tal en el ser humano existe desde que se comienza a razonar, desde que distinguimos nuestro entorno y tenemos  conocimiento de ello. Nuestros sentidos son los primeros que nos enseñan qué creer sobre los que nos rodea, quienes nos enseñan que mirar una luz brillante es peligroso para la vista, o que tocar el fuego o algo caliente puede lastimarte bastante. Pero este pensamiento no es estático, va cambiando mientras avanza el tiempo y comenzamos a desenvolvernos en sociedad.  Cada persona que conocemos y de cuya opinión nos hacemos participe, comienza a provocar en nosotros y en nuestra forma de pensar un cambio, aunque la mayor parte del tiempo no muy notorio, pero no por esto menos importante. 

      La pregunta expuesta anteriormente podría responderse con dos respuestas completamente opuestas.
¿Quién me enseñó a pensar?

a) Nadie: Si dijese esta como respuesta no estaría cayendo en algo falso, pues nadie me enseñó a pensar como tal, sino que fue algo adquirido de forma automática. Es cierto que el pensamiento propio fue cambiando a medida que crecía, pero no por esto se me olvidaría pensar. En el fondo pensar es algo que hago cada día de mi vida, cada segundo en cada lugar, algo que no puedo dejar de hacer pues es parte imperante de mi desarrollo como ser humano y además pieza clave de la forma que tengo de desenvolverme con el entorno.
b) Todos: Pensar es algo innato, sin embargo el cómo pensar lo fui adquiriendo a medida que crecía. Con cada persona con la que hablaba y cada decisión que tenía en frente mi modo de pensamiento cambiaba de forma minúscula, lo cual al paso de los años se convirtió en un cambio mayor que recién hoy comienzo a notar.

Teniendo lo anterior en consideración puedo decir que nadie me enseñó a pensar, pero el cómo pensar fue algo que se fue desarrollando a medida que sumaba experiencias y crecía.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ensayo: Catalina Durán Moyano.

Ensayo: Katherine Stephanie Lobos Córdova.

Ensayo: Yocelin Alejandra Hernandez Flores